miércoles, 10 de octubre de 2007

Wrong Turn: Dead End.


Hace un par de años la película Wrong Turn me pareció un modesto pero entretenido refrito de la vieja fórmula propuesta por películas como Deliverance, The Hills Have Eyes y la original The Texas Chain Saw Massacre: personajes citadinos que, por error o accidente se convierten en víctimas de los mutantes y endógamos habitantes del bosque, cuyo total aislamiento de la civilización promueve la violencia y el canibalismo.

Además de ser inusualmente sangrienta para su época (es decir, antes de que Saw y Hostel cambiaran el panorama del terror moderno), Wrong Turn lució también un capaz elenco, compuesto por actores que comprendieron los arquetipos del género, logrando actuaciones apropiadamente serias, pero con cierto humor que acentuaba el terror.


Por eso, cuando el estudio 20th Century Fox anunció una secuela, despertó el entusiasmo de quienes habían disfrutado de la original (incluyéndome)... pero después llegaron noticias menos favorables: no participaría ni el director ni el elenco de la primera cinta; y se estrenaría directamente en DVD, lo cual usualmente significa bajísimos valores de producción, mínimo esfuerzo del equipo creativo y la mercenaria intención de engatusar a los seguidores con un producto de ínfima calidad. En otras palabras, todo presagiaba una basura al nivel de Hollow Man 2 y White Noise: The Light.


Las expectativas de los fans estaban por los suelos, y con amplia razón. Quizás por eso, cuando finalmente vi Wrong Turn 2: Dead End, me sorprendió agradablemente.


No quiero decir que la secuela sea tan buena como la original, porque resultaría engañoso; es una película similar en su tema, pero muy distinta en su tono, y eso hace difícil la comparación. Por eso prefiero decir que encontré ambas igualmente divertidas y satisfactorias... aunque en aspectos muy diferentes.


La original usa un accidente como el catalizador para reunir a las víctimas con los villanos; la secuela se afilia al creciente número de películas que usan la fórmula de la televisión "de realidad" como motor de la premisa. En este caso encontramos a seis personajes que participan en un concurso televisivo de supervivencia en los agrestes bosques de Norteamérica (aunque se haya filmado en Canadá). Tales personajes, por supuesto, corresponden a los obligatorios clichés de este tipo de películas: la chica angelical e inocente, la joven de baja moral y amplios pechos; el rudo, el sensible, el adicto al sexo, etcétera.


Y, claro, por el otro lado tenemos a la clásica familia de mutantes radioactivos producto de la endogamia, cuya dieta principal consiste en turistas despistados y, ahora, concursantes de programa televisivo.


Aprecio la intención de satirizar la televisión de realidad, pero a estas alturas se ha hecho tantas veces que la parodia se siente rancia y poco imaginativa. Afortunadamente ese aspecto se olvida en cuanto los concursantes empiezan a morir, dejando a los sobrevivientes la tarea de escapar con vida... y ahí es donde la cinta empieza a subvertir las expectativas del público.


Al principio parece evidente quién será la proverbial "chica final" (o chico), pero el guión sorprende despachando rápidamente a los mejores candidatos, haciendo genuinamente impredecible el resultado final y logrando que el espectador se preocupe por el destino de los personajes, lo cual es rarísimo en un género que usualmente los emplea como carne de cañón (o cuchillo), cuyas sangrientas muertes son lo único que aleja el aburrimiento en películas menos entretenidas.


Y, hablando de muertes, los violentos asesinatos en Wrong Turn 2: Dead End también ofrecen grotesca imaginación (lo digo como un halago), con ingeniosas escenas que de algún modo buscan añadir un giro a los convencionalismos del género. Y lo mejor de todo es que la violencia está bien balanceada por el ligero tono y el negrísimo humor que evita que la película caiga en la trémula crueldad del nuevo cine de tortura.


Entonces, sin ser un clásico del terror, Wrong Turn 2: Dead End logra escapar el estigma de ser "directa a DVD", al mismo tiempo que funciona bien como secuela que no busca imitar a la original, sino llevar una similar premisa por un camino paralelo, igualmente entretenido pero por diferentes razones. Su principal falla es también su principal virtud: la ambición de llegar más allá de lo que sus modestos límites permiten. Por eso algunos efectos parecen primitivos, y otros se quedan cortos cuando algo más espectacular hubiera funcionado mejor. Pero, como siempre digo, prefiero una película que falle al tratar de llegar más lejos, en vez de aquellas que no intentan siquiera dar el primer paso. Quizás no recomendaría comprar Wrong Turn 2: Dead End, pero sin duda satisface como una renta para pasar un rato entretenido el fin de semana. Después de todo, hay muchas opciones peores.

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